Uno de los autores que más ha influenciado mi trabajo como
psicoterapeuta es Donald Woods Winnicott (Célebre
pediatra, psiquiatra y psicoanalista inglés W.) Fue leyendo a Winnicott que comencé a
inclinarme al ejercicio de un modelo más
íntimo, esto es, centrado en las condiciones
de autenticidad del consultante. Éste rasgo, "lo auténtico", en la clínica de D. W. se sustenta en la elección personal a partir
de las condiciones particulares de adaptación del si-mismo a
la vida cotidiana. Ésto tiene que ver con lo que D.W definió como “gesto
espontáneo”.
Ver la
psicoterapia como una apuesta por el reconocimiento de lo
auténtico en cada persona hace complicado lograr una descripción técnica de los
mecanismos utilizados durante el proceso terapéutico, y debo admitir que ésta
es una de las cosas que me motivan a escribir en este blog, La otra es
socializar y confrontar mi apuesta por un acompañamiento psicoterapéutico que
apunta al desarrollo de la creatividad, la creación
a partir de la imaginación.
En psicología clínica hay una marcada tendencia generalista, en
sentido del síntoma y la nosología, que si bien han sido construidos con fines académicos
y científicos pueden operar en contra vía del tratamiento mismo pues perpetúan
el síntoma al configurarlo como parte de la identidad del consultante. Por otro
lado, cuando queremos darle sentido e importancia a la subjetividad de
cada paciente apuntamos al ejercicio una
psicología al servicio de las personas en contraposición a la
psicología morvicentrica que tanto miedo genera a las personas y que lastimosamente se ha convertido en la mejor
estrategia de mercadotecnia para atraer clientes a los servicios de salud
mental.
Para identificar tal diversidad y autenticidad no debemos
centrarnos únicamente en los aspectos
ideológicos/filosóficos sino también en los elementos más sensitivos del
consultante ello nos permite tener una mejor captación de elementos
inconscientes que aparecen en la actitud, en los gestos y movimientos en relación
a temas puntuales que son tratados en consulta.
Si bien la teoría es fundamental, en las tendencias contemporáneas
de hacer psicoterapia ésta sobresale por
no quedarse apresada únicamente en elementos racionales, en cambio da
importancia a la subjetividad del terapeuta tanto como a la del paciente. Sabemos que a
través de la otredad se logra la transformación del objeto natural en objeto simbólico,
y como representación mitificada del mundo interno será luego ésta misma la que
permita acomodar, reorganizar, mover y curar los dispositivos simbólicos que se
puedan presentar como problemáticos en términos de la subjetividad y
autenticidad que reconocemos en el trabajo terapéutico.
Me gusta pensar en lo que hago como una propuesta que combate el
dogmatismo al reconocer la verdad única del paciente en su propia forma de experiencia
y percepción del mundo. Esto abre el
camino a la verdad a través de la originalidad, la espontaneidad y la
creatividad dando así una gran importancia al ser. Ser que se encuentra
íntimamente ligado a la muerte, al vacío, la nada. En éste sentido, se trata de
una suerte de "Irracionalidad" en tanto sensibilidad que permiten
estados de no integración para acercar al sujeto a la creación mediante la
espontaneidad.
Una adecuada escucha en la clínica permite captar los elementos
fundamentales de la vida del paciente que lo vinculan con el hacer creativo a
través de la cotidianidad. Cuando el terapeuta es eficiente en su trabajo logra
situarse en el puesto de la figura materna o de otras figuras que le han
fallado al paciente, pero si no hace bien su trabajo y se limita a cuestionar
reactiva un pasado que se vuelve presente y se establece como realidad creando
certezas inmóviles que petrifican al paciente en el mismo sentido del síntoma.
Tanta diversidad exige estar preparado frente a lo inesperado,
cada experiencia es única y requiere un ambiente de libertad que permita al
paciente expresarse. La relación terapeuta-paciente es diferente en cada caso y
acomodarse a ella es un proceso complejo en el que se pueden cometer errores,
pero la labor del terapeuta es también tratar de solucionarlos, los errores son
importantes en tanto ayudan a des idealizar al terapeuta que inicialmente se
encuentra en una posición simbólica demasiado elevada. Adecuarse a las
necesidades del otro no es una labor fácil, al menos no en todos los casos, se
trata de aprender a tolerarlo, soportar
la agresión, contener la ansiedad, orientar las demandas y escuchar quejas,
entre otras cosas. En medio de este proceso es que aparece el alivio a través
del descubrimiento, quizás elaboración, de verdades que son reflejo del hacer
creativo del paciente.
He aprendido a vivir y entender la transferencia en sentido amplio
sintiendo como se configura en el vinculación al otro mientras permite entender
una postura frente a las relaciones con la otredad, como una experiencia que
permite integrar el ser a través de una continuidad en el tiempo que facilita
el desarrollo del si-mismo en medio de la espontaneidad del
acto creador.
Así mismo, Winnicott nos enseña a utilizar los errores en medio de
un proceso terapéutico para trabajar con la idea de ilusión y desilusión que
permiten al paciente diferenciar sus deseos omnipotentes de la realidad
circundante pero diferenciando la repetición de la igualdad aparente porque el
acto no se repite, quizás se recree como en el teatro pero la
experiencia del acto es cada vez única. Al fin de cuentas recrear lo ya
establecido en una especie de libre deambular por la fantasía y el juego es el
verdadero encuentro con lo cultural.
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