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viernes, 11 de mayo de 2018

¿Para qué la duda?

Ésta noche pensando ingenuamente se me ocurrio que...


En algún momento de nuestra historia compartida fuimos invitados a cooperar en la construcción de un complejo tejido social que enraíza sus ideas en lo que de humano nos queda tras la caída de la oscura torre que resguardaba la imagen de dios. Pero ahora que Dios ha muerto y la modernidad en sus pretensiones racionalistas nos ha planteado un legado de orfandad alejando toda posible verdad absoluta de nuestro campo de experiencia cotidiano, emerge la duda como eje articulador de la experiencia y columna vertebral de la existencia.

Teniendo el cuerpo como primer escenario,  territorio habitado por la lengua, configuramos sin saberlo el sentido de la vida en su entramado mas profundo. Para ello nos valemos de dos tipos de procesos, unos anímicos y otros representacionales, éstos se desarrollan en conjunto pero los dividimos para facilitar su comprensión. Dichos procesos configuran el sentido de la existencia valiéndose de dos tipos de representaciones, unas estáticas y otras dinámicas. 


Las representaciones estáticas permiten configurar sentidos mas trascendentales que generan una direccionalidad constante y orientan la experiencia de la existencia, esto aplica tanto para ideas de naturaleza filosófica, religiosas, estética  y mística como para ideas mas concretas basadas en experiencias personales o representaciones sociales que configuran estereotipos o prejuicios.  Por otro lado, las representaciones dinámicas generan una suerte de red orgánica de emergencia del sentido en términos de la necesidad de adquirir nuevos aprendizajes. 

Así pues, las representaciones estáticas configuran certezas y las representaciones que he denominado dinámicas configuran dudas. De allí la importancia de la duda en, frente a la posibilidad de adquirir nuevos conocimientos. 



En este punto debo hacer una advertencia. Porque la duda puede generar cierta angustia, que nos mueve a la necesidad de saber. Y el mundo moderno ha pretendido “hacer del conocimiento un negocio rentable”, de tal suerte que nos venden la enfermedad y el tratamiento en un mismo paquete. Es así que ejércitos de mercaderías invaden la vida en sus múltiples escenarios, los hay desde sofisticados tecno sofistas hasta tradicionales culebreros. Todos ellos pretenden vender la fórmula del éxito y la felicidad, pero no te conocen suficientemente bien como para saber tanto de ti, como puedes llegar a saberlo tú.


En este sentido, cabe aclarar que hay dos grandes tendencias. Por un lado, se pretende buscar respuestas externas (en el mundo y sus agentes) y por el otro (quizás más complejo) reflexionando y validando la propia experiencia del sujeto. 

Ahora bien... ¿Cómo lo estás haciendo tú?
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Estoy sinteindo que saltamos de lascaux al museo de cuenca en una fraccion de segundo, y al hacerlo no logramos diferenciar la intencion del artista en el encuentro con la imagen y la necesidad cerativa del inventor que teje la urdimbre de la vida a través de su pensamiento.

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