Para echar raíces en el cielo hay que aclarar la mirada y
estar dispuesto.
Llevo un tiempo asegurando que todo proceso formativo
consiste en educar la mirada, también había pensado que era necesario trabajar
en el lenguaje íntimo del cuerpo propio para tratar de clarificar las preguntas
concernientes a nuestro lugar en el mundo, y a la conversación necesaria con el espíritu de
la época en que se nos ha dado habitar.
Me he levantado esta mañana con la mirada atenta y el cuerpo
dispuesto para hacer frente a las crisis contemporáneas. Resulta evidente
que cada persona reaccione, de la forma que bien o mal puede, frente a las
contingencias que se imagina pueden resolver desde su propio lugar en el mundo,
¿cómo juzgar o culpar a otros, si cada uno de nosotros es habitado de igual
manera por la incertidumbre?. Otra cosa es, quizá, la falta de ética de nuestros gobernantes que
han decidido sacrificar vidas para rescatar la economía. La pandemia actual no
solo está relacionada con el COVID-19 y la crisis sanitaria que afronta la
humanidad, desde mi perspectiva, la crisis fundamental está relacionada con la brecha
de inequidad que ahora mismo nos tiene bordeando el límite de la crisis civilizatoria
capitaneada por los modelos hegemónicos: consumismo, desarrollismo, extractivismo,
monoteísmo del mercado, utilitarismo e
individualismo que refuerzan la concentración de riqueza capital e impiden el
acceso a condiciones de vida digna para las personas humildes. La
pretendida linealidad imaginada desde los discursos del desarrollo ha
mostrado ser una falacia, los ejes en que se ha diseñado la sociedad tienen que
ser re definidos e igualmente necesitamos diseñar profesiones que nos permitan
resolver los retos del siglo XXI. Se diseñaron profesiones para especializar en el
reforzamiento de los discursos del desarrollo... Es momento de replantear el
modelo y revisar las propuestas de los críticos del pos desarrollo, el desarrollo
participativo, desarrollo sostenible y sustentable, desarrollo a escala humana
y otras propuestas que nos conduzcan a tener sociedades más justas.
Se ha legitimado la sociedad de los privilegios y se hace cada
vez más evidente que ello nos conduce al desastre. La actual crisis puede ser
vista como una amenaza a la vida individual y ello incrementa el individualismo,
pero resulta evidente que nadie va a lograrlo sólo, pues no se trata de una
amenaza al “Individuum”.
El encierro de la cuarentena acelera la proclamada cuarta
revolución industrial. El imperio del “Deus
ex Machina” puede reforzar el proyecto neoliberal que contempla emprendedores
auto-explotados ingresando a las filas del subempleo e imaginando ser libres de
la opresión institucional que sobrevive del siglo XX.... “Sea su propio jefe” e “Imagine
que está resolviendo lo todo desde la fuerza de su propio ego”. Patética pantomima posmoderna.
Revisemos juiciosamente la transición cultural que
necesitamos, propongo que intentemos hacerlo con la mirada el espíritu crítico que nos
mostró la psicología de la liberación al sospechar del imperio de la
técnica, puesto que si “Deus ex Machina” deberá
ser impulsado por “humanas maquinas”.
El extractivismo se ha tecnificado y ahora mismo no es
necesaria la migración de cerebros, porque la tecnología permite que estés "trabajando" desde cualquier
lugar del mundo. ¿Dónde estamos ahora?, ¿Cómo imaginamos nuestras futuras prisiones?,
¿qué más es posible?.
Frente al exceso de imagen que bombardea las mentes de los
ciudadanos en el siglo XXI. Violentando muchas veces la virginal intimidad del
alma individual, prohibiendo y censurando, a veces, el acceso al misterio.... Es
urgente rescatar la necesidad de retomar a la propia búsqueda, re activar la
mirada interior y tratar de resolver las preguntas fundamentales ¿cuál es
nuestro lugar frente a los actuales fenómenos?, ¿cómo puedo apoyar?, ¿cómo
afrontar la crisis? ... Cada persona puede hacer algo y entre todos podemos
hacer mucho.
Un pequeño gesto de generosidad y bondad puede alegrar el
día de toda una familia, una sonrisa y una mirada amable pueden resolver parte
del agotamiento, el estrés y el miedo.
Mientras dure la cuarentena podemos pensar que “Las nuevas
formas de presencialidad nos permiten generar contacto y calidez con poco esfuerzo”. La virtualidad nos ofrece oportunidades
interesantes para establecer contacto y retirarnos rápidamente a la intimidad
de nuestros domicilios. Quizás ello implique un debilitamiento de la vieja
escuela del encuentro físico y el contacto directo o quizás nos permita
extrañarnos y disfrutar mucho más del encuentro.
Podemos irlo resolviendo con soltura y explorando con mesura,
las propuestas que surgen de los retos que ahora mismo nos propone la crisis. Se
me ocurre que abrigando el colectivo podemos tejer una cobija común para
resguardarnos de la frialdad que propone el individualismo.
Estamos cansados de los vendedores con su casi exclusiva
idea de que nos harán inteligentes, ricos, bellos, felices. Necesitamos situar
la mirada en los asuntos más esenciales, como el disfrute y la preservación de
la vida.
Frente a la coyuntura, puedo ver también, como se desplaza
la imagen que representa al otro. Comprendiendo la “representación como
creatura de la imaginación”, creamos la metáfora que nos permite vincularnos con
el mundo desde un espacio más íntimo y esencial. En ese sentido, podemos creer
que “el infectado” es un zombi que ha perdido sus facultades humanas y ahora
mismo es simplemente “el portador de la plaga” o podemos asumir que “el
infectado es otro humano que merece mi apoyo, que merece ser escuchado”, por
eso fue que decidimos abrir espacios virtuales desde el consultorio popular
para dar un lugar a las cosas que las personas están sintiendo en este momento.
(Sabermás)
La estructura discursiva que se configura como alivio a la
crisis define cuidadosamente que la cuarta revolución industrial está aquí. Y
que llegó para quedarse, que quienes no puedan tecnificarse estarán
expuestos a la pandemia y pronto serán convertidos en zombis amaestra dos para “tareas
menores” – esa idea me resulta simplemente repugnante pero la historia ha
demostrado que las sociedades están construidas sobre los cadáveres de nuestros
mártires.
Ahora mismo, no podemos olvidar que la tecnología ha
reforzado brechas de inequidad y genera grandes barreras de acceso para los
grupos humanos más vulnerables. ¿Qué podemos hacer al respecto? – debemos reforzar
las redes de apoyo y el apoyo directo a los trabajadores informales pues
ellos son los más vulnerables ahora mismo.
Los problemas actuales nos llevan por caminos inciertos pero
tenemos que tomarnos el trabajo de "Habitar las preguntas correctas". Ahora mismo
nos encontramos bordeando el vacío primordial creado desde la perspectiva del “homo economicus” y difícilmente las respuestas puedan salir de
ese mismo abismo.
Resumiendo: ¡Apaga la pantalla y hazte responsable de quienes
que tienes cerca ahora mismo!
Comparto lo que planteas.Desde mi perspectiva, este virus nos esta dando unalección para que se replanteen valores y se sitúe la mirada en los seres vivos de cualquier especie.
ResponderEliminareso mismo quiero creer, aunque la evidencia apunta a otro lado.
EliminarEn mi pais escasean los insumos médicos mientras la policía anti disturbios estrena equipos que no necesitan.
El universo conspira una gran lección ya sea buena o mala, pero lo estamos viendo
ResponderEliminarbusquemos la lección, quizás no tenga que ser bueno o malo.
Eliminar"O paras o te hago parar" nos podría estar diciendo el universo. No "parar" en cuanto estancamiento, sino parar el mirar sólo hacia afuera, parar el creernos autosuficientes, parar el consumo desmesurado, parar la sensación de poderlo todo, parar la concepción antropocentrista que nos habita, parar la idea de no tener tiempo, parar la idea de no poder parar... porque toca! Bienvenidos los miedos, las ansiedades y la desesperanza; bienvenidos los enfrentamientos a las ideas de muerte, enfermedad y escasez; bienvenida sobre todo la calma y la aceptación de nuestra vulnerabilidad... es lo único que nos permitirá aprender... a parar... para poder vivir
ResponderEliminarOportunidades y caminos que se abren. Gracias querida Claudia
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